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¿CUÁLES SON TUS AMISTADES QUE CURAN?

Basta con poner “amistades tóxicas” en el buscador de Google para que aparezcan, en un total de 0,46 milésimas de segundo, 595 mil publicaciones relacionadas con la temática. Siete claves para saber si tus amistades son tóxicas, cómo lidiar con un entorno tóxico, aprender a identificar si el tóxico/a eres tú… y un sinfín de artículos, blogs y vídeos desgranando lo máximo posible sobre este tema. ¿Pero qué pasa con la cara B?, ¿qué me saldría si en vez de buscar amistades tóxicas busco amistades que curan? Pues eso es lo que hemos hecho y… ¡sorpresa! Las publicaciones asociadas son más del doble, sin embargo… ¿quién recuerda haber leído o saber cómo identificar las amistades que son beneficiosas? No sé, yo he preguntado en mi entorno, he investigado en mis redes sociales y parece ser que todas estas publicaciones no están tan accesibles como las que hablan de toxicidad y, me parece un peligro potencial. ¿No sería más interesante aprender a identificar, desarrollar y potenciar amistades que sanan que luchar contra las que no funcionan? Pues eso es lo que os venimos a transmitir hoy.

En esta publicación os queremos hablar del tipo de amistades que sanan, de esas que al tenerlas cerca todo parece mejor, más luminoso y menos contaminante. ¿Serán mis amigos/as saludables o tóxicos para mí? 

 

Pues bien, sabrás si las amistades que tienes son las “adecuadas” para ti con solo explorar cómo te sientes con ellas. ¿Te sientes cómodo/a? ¿y genuinamente aceptado/a? ¿te nace protegerles, cuidarles y darles cariño sin necesidad de esperar algo a cambio? ¿sonríes a menudo estando con ellos/as? ¿puedes confesar cosas personales sin sentir miedo a que hagan un uso nocivo de ello o te juzguen? Bueno, si la mayoría de tus respuestas son que sí, ya estás en el buen camino. No sé si esperabas un post sobre los pasos inamovibles sobre cómo identificar a personas sanas, pero lamentándolo mucho, con los sentimientos humanos las cosas no funcionan así. A veces, la mejor fuente de conocimiento ya está en nosotros/as mismos/as y el problema es que lo “escuchamos” poco. Esperamos que a partir de ahora le prestéis más atención a vuestras vísceras y os rodeéis de cuantas más amistades que curan, mejor. ¡ÁNIMO!

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