Dar las gracias es una acción que llevamos a cabo (o deberíamos llevar a cabo) en múltiples ocasiones a lo largo de nuestro día. Sin embargo, tendemos a decirlo por inercia y no nos paramos a valorar realmente aquello que estamos agradeciendo. Entonces, ¿para qué nos sirve la gratitud? La gratitud no solo es un gesto de educación que nos enseñan de pequeños, sino que también es una manera de valorar intencionalmente lo que tenemos y lo que los demás hacen por nosotros, sea tangible o no. De esta forma, se trata de una sensación de estima a través de la cual reconocemos lo positivo incluso en los pequeños gestos, algo que nos permite afrontar con una actitud más equilibrada los eventos estresantes de la vida e interpretar con optimismo nuestras experiencias cotidianas.
Cuando encontramos algo por lo que estar agradecidos y dedicamos tiempo a valorarlo, aparecen beneficios como:
- Sentirnos más satisfechos con lo que tenemos. Si descubrimos motivos por los que agradecer, aprenderemos a priorizar y prestar más atención a lo que ya poseemos, no a lo que nos hace falta.
- Mejorar nuestra salud. Numerosos estudios científicos respaldan que ser agradecido mejora la salud física mediante la reducción del estrés y ayuda a desarrollar una inteligencia emocional más profunda.
- Permitirnos crear y fortalecer nuestras relaciones interpersonales. Se establecen vínculos más sólidos a través de la empatía y la amabilidad.
- Vivir el momento presente. Cuando agradecemos lo que tenemos “aquí y ahora”, somos capaces de dejar de rumiar el pasado o anticipar el futuro.
- Reforzar nuestra autoestima. Le damos más valor a nuestros logros y a nuestro entorno, por lo que aumentará nuestra sensación de bienestar y autoeficacia. Además, disminuye las comparaciones con otros.
Conociendo los beneficios y para qué sirve la gratitud, ¿cómo podemos ponerla en práctica? Aunque no siempre nazca espontáneamente, desarrollar la gratitud de manera intencional permite potenciar nuestro bienestar y aumentar nuestro nivel de satisfacción vital. Una forma de practicarla diariamente es escribir tres cosas que hayan ocurrido en nuestro día por las que dar las gracias: un saludo, que nos hayan sujetado la puerta, un gesto de cariño por parte de algún ser querido, un mensaje que nos haya hecho ilusión, etc. No es necesario que sean grandes detalles o regalos extraordinarios, sino que podemos centrarnos en cosas más cotidianas que normalmente ignoramos y son igual o más importantes. ¡Esperamos que os sea útil!