¿Por qué empatizamos con los antihéroes y los villanos?
Se trata de una cuestión a la que podemos dar varias respuestas, aunque no termina de estar claro cuál es la que predomina. Un argumento de peso es que siempre hay un origen trágico que motiva la venganza actual del villano, de tal manera que conocer esa historia es clave para comprenderlos mejor y, por tanto, despertar nuestra empatía por ellos. Un ejemplo claro es el de Moscú y Denver, un padre y un hijo de origen humilde que se ven envueltos en un mundo de drogas y hurtos para sobrevivir.
En ese sentido, muchas veces nos podemos sentir identificados con estos personajes al haber pasado por algo similar o conocer a alguien en la misma situación, por lo que nos vemos reflejados y la separación moral que habíamos establecido con ellos al principio se disipa un poco. Este podría ser el caso de Nairobi, una madre soltera cuya prioridad es cuidar de su hijo. Por otro lado, estos personajes nos permiten explorar la posibilidad de romper las reglas sin tener que cuestionarnos la ética de nuestros actos.
Es decir, a través de sus acciones, podemos comprobar cuáles son las consecuencias sin tener que vivirlo en nuestra propia piel: “¿qué pasaría si robo un banco?”. Otro factor importante es la coherencia del discurso del antihéroe con nuestros valores. Si bien la ejecución suele ser violenta, estar de acuerdo con los motivos de estos personajes nos ayuda a empatizar con ellos. Al fin y al cabo, el profesor y la banda roban y cuestionan a “los de arriba”, no a los ciudadanos.
Perfil psicológico de los personajes
Cada personaje de La Casa de Papel cuenta con unos rasgos de personalidad bastante definidos. Algunos perfiles psicológicos interesantes son:
- Profesor: es el líder del grupo desde fuera, el jefe que dirige a su equipo en cada paso e imprevisto para asegurar el éxito del plan. Es muy calculador, un rasgo clave a la hora de elaborar los atracos que se compensa con cierta flexibilidad para adaptarse a cualquier inconveniente. Además, sugiere una tendencia obsesivo – compulsiva, que se caracteriza por la necesidad de control y perfeccionismo.
- Berlín: es el líder del grupo desde dentro. Se caracteriza por sus rasgos narcisistas, lo que quiere decir que suele tratar a su entorno con un tono condescendiente y paternalista bajo la premisa de ser superior en prácticamente todos los aspectos. Este narcisismo también se relaciona con sus reacciones violentas y desmesuradas, ya que es frecuente la dificultad para regular las emociones de forma sana. Otro personaje que se asemeja a este perfil es Palermo.
- Tokio: es una de las atracadoras bajo el mando del Profesor. Se trata de una persona que busca nuevas sensaciones con frecuencia, algo que se refleja en su impulsividad y deseo de sentir emociones fuertes. Tiene una coraza de fuerza y valentía detrás de la cual se esconde una fuerte lealtad y necesidad de protección a sus seres queridos, lo cual puede estar relacionado con un posible trauma al haber presenciado el asesinato de su novio en un robo que salió mal. Esta falta de autocontrol también se percibe en Denver.
- Arturo: es uno de los rehenes del atraco de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Si bien puede llegar a ser terapéutico el transformar una situación traumática en una experiencia positiva, en su caso escribiendo un libro y dando conferencias sobre lo vivido, es cierto que existe una tendencia por parte de este personaje a querer ser el protagonista. Es decir, parece presentar un complejo de héroe, de tal manera que vuelve a arriesgar su vida infiltrándose en el segundo atraco con el objetivo de ser percibido como el salvador que se enfrenta a los villanos. Esta necesidad de reconocimiento puede deberse a un sentimiento de inferioridad y rechazo hacia los ladrones, que surge cuando es humillado en numerosas ocasiones durante el primer atraco, así como a una baja autoestima.
- Nairobi: es una de las atracadoras bajo el mando del Profesor. Se la podría definir como la cuidadora del grupo, ya que se preocupa por los miembros de la banda y siempre cuenta con una actitud relajada y divertida. Este rol de cuidado está muy relacionado con su historia como madre, que se explora a lo largo de la serie cuando habla de cómo perdió la custodia de su hijo. En ese sentido, se trata de un personaje marcado por un duelo no resuelto que espera resolver al final del atraco. Asimismo, tiene madera de líder que, al contrario que el Profesor, Berlín o Palermo, se caracteriza por ser directiva sin perder su compasión y alegría.
Lo que sí está claro es que cada personaje cuenta con sus virtudes y sus defectos. Aunque es cierto que algunos tienden más a actuar no solo al margen de la ley, sino contra toda ética y valor moral, conocer sus historias nos permite descubrir una variada gama de grises entre tanto blanco y negro.
El hecho de que sean historias personales tan complejas hace que se ponga en tela de juicio la facilidad con la que definimos a las personas como “buenas” o “malas”. Así, esta serie nos permite reflexionar sobre asuntos como si la justicia es tan justa como pretende, si las apariencias engañan o si debemos cuestionar la estructura social establecida.
Violencia/discurso machista
La violencia machista es una subtrama que aparece en numerosas ocasiones a lo largo de la serie. Cuando hablamos de violencia machista, no nos referimos únicamente a las agresiones físicas, sino también al lenguaje, las agresiones verbales y la manipulación psicológica.
El ejemplo más evidente es el de la inspectora Raquel Murillo con su ex-marido Alberto Vicuña, un agente del departamento de la científica, que ejerció violencia psicológica y física sobre ésta. En esta situación, Raquel explora la complejidad de cuidar de su hija y trabajar con su maltratador, así como de hacer pública una situación traumática para proteger a su familia.
Otras situaciones relevantes son las de Berlín y Arturito, personajes que, aunque en momentos y tramas diferentes, actúan del mismo modo: utilizan su situación de poder para aprovecharse de sus víctimas cuando se encuentran más vulnerables, Ariadna y Amanda respectivamente.
Aunque hay más momentos destacables, la conversación marcada por la expresión “boom boom ciao” de Palermo es digna de mención, ya que se trata de una discusión con un tono misógino sobre el sexo homosexual: “el mejor sexo del mundo es el gay porque no hay mujeres”.